“... Regina jamás había intentado recetar o curar a nadie de cuantos colaboraban con ella; esta tarea estaba encomendada a Don Rafael (Supremo Guardián de la Tradición Zapoteca), el la cual ejercía con singular pericia. Sin embargo, al parecer en esta ocación se sintió obligada a tratar de hacer algo ...
Con su voz de sonoros tonos musicales, Regina afirmó:
- Por favor, denme unos minutos, déjenme ver si hay algún té que pueda sacarnos del problema.
En la cocina de la casa había una vieja alacena de color blanco, era ahí donde guardaba Don Rafael la variada colección de plantas medicinales que utilizaba para sus curaciones. Regina observó con semblante dubitativo los manojos de apretadas hierbas alineados en en ordenadas filas. Dirigiéndose a Don Miguel -que se encontraba junto a ella- pero hablando más bien consigo misma, inquirió:
-Cual sería la siguiente hierba que Don Rafael pensaba darle?
- La verdad no tengo ni la menor idea -respondió el Supremo Guardián de la Tradición Nahuatl.
La vacilación de Regina duró tan sólo unos instantes; con decidido ademán tomo un fresco atado de hiervas y la alzó jubilosa. Al observar las hojas de la planta seleccionada, Don Miguel comentó:
- Esa es yerbabuena y que yo sepa no se utiliza en el tratamiento de los enfermos de la bilis.
- Pues si es hierba buena debe ser buena para todo - contestó Régina con segura convicción, al tiempo que con rápidos movimientos llenaba de agua una pequeña cacerola, depositaba en esta la hierba y colocaba el traste en una hornilla prendida de la estufa.
Y entonces ocurrió el prodigio. La simple tarea de prepara un té se transformó de pronto en un auténtico ritual. Regina bendijo primero por tres veces el brebaje, luego comenzó a musitar con fervor Aves Marías y un mantram tibetano ("Om Tare Tu Tare Tura Soja") dedicado a Tara, la deidad femenina tutelar del Tibet. Al empezar a hervir el agua, la Dakini dio inicio a un animado diálogo, explicando a la infusión la importancia de la tarea que debía realizar. Los sonidos que producía el hervor del agua parecían responder de alguna forma a las peticiones y recomendaciones que se le hacían. Se palpaba un mágico e indescriptible ambiente en todo el espacio que constituía la cocina transformada en santuario.
Dando por concluida la operación, Regina vació el contenido de la cacerola en un jarrito y se dirigió con este a donde estaba la enferma.”(132-133)
“El retorno de lo sagrado”; Antonio Velasco Piña
En el ejemplo anterior, el testigo nos narra un sencillo acto que muestra las profundas repercusiones que pueden darse cuando ocurre la sacralización de la vida cotidiana, característica distintiva de todas las actividades durante una etapa sagrada.
Comenta el autor del citado texto que previo a la narrada intervención de Regina, a la paciente se le habían realizado estudios en el hospital donde trabajaba su esposo como médico. El correspondiente diagnóstico había confirmando la necesidad de realizar una cirugía para extraer cálculos de su vesícula.
Análisis posteriores realizados a la mujer el mismo día, después de tomar el remedio de la Dakini, confirmaban una "milagrosa" curación.
- Por favor, denme unos minutos, déjenme ver si hay algún té que pueda sacarnos del problema.
En la cocina de la casa había una vieja alacena de color blanco, era ahí donde guardaba Don Rafael la variada colección de plantas medicinales que utilizaba para sus curaciones. Regina observó con semblante dubitativo los manojos de apretadas hierbas alineados en en ordenadas filas. Dirigiéndose a Don Miguel -que se encontraba junto a ella- pero hablando más bien consigo misma, inquirió:
-Cual sería la siguiente hierba que Don Rafael pensaba darle?
- La verdad no tengo ni la menor idea -respondió el Supremo Guardián de la Tradición Nahuatl.
La vacilación de Regina duró tan sólo unos instantes; con decidido ademán tomo un fresco atado de hiervas y la alzó jubilosa. Al observar las hojas de la planta seleccionada, Don Miguel comentó:
- Esa es yerbabuena y que yo sepa no se utiliza en el tratamiento de los enfermos de la bilis.
- Pues si es hierba buena debe ser buena para todo - contestó Régina con segura convicción, al tiempo que con rápidos movimientos llenaba de agua una pequeña cacerola, depositaba en esta la hierba y colocaba el traste en una hornilla prendida de la estufa.
Y entonces ocurrió el prodigio. La simple tarea de prepara un té se transformó de pronto en un auténtico ritual. Regina bendijo primero por tres veces el brebaje, luego comenzó a musitar con fervor Aves Marías y un mantram tibetano ("Om Tare Tu Tare Tura Soja") dedicado a Tara, la deidad femenina tutelar del Tibet. Al empezar a hervir el agua, la Dakini dio inicio a un animado diálogo, explicando a la infusión la importancia de la tarea que debía realizar. Los sonidos que producía el hervor del agua parecían responder de alguna forma a las peticiones y recomendaciones que se le hacían. Se palpaba un mágico e indescriptible ambiente en todo el espacio que constituía la cocina transformada en santuario.
Dando por concluida la operación, Regina vació el contenido de la cacerola en un jarrito y se dirigió con este a donde estaba la enferma.”(132-133)
“El retorno de lo sagrado”; Antonio Velasco Piña
En el ejemplo anterior, el testigo nos narra un sencillo acto que muestra las profundas repercusiones que pueden darse cuando ocurre la sacralización de la vida cotidiana, característica distintiva de todas las actividades durante una etapa sagrada.
Comenta el autor del citado texto que previo a la narrada intervención de Regina, a la paciente se le habían realizado estudios en el hospital donde trabajaba su esposo como médico. El correspondiente diagnóstico había confirmando la necesidad de realizar una cirugía para extraer cálculos de su vesícula.
Análisis posteriores realizados a la mujer el mismo día, después de tomar el remedio de la Dakini, confirmaban una "milagrosa" curación.